Daily Reflection for Friday December 11, 2020
Peace and Blessings, Friends and Parishioners,
Vaya abajo para ver la reflexión en español.
We encourage you to reflect on the readings for the Feast of Our Lady of Guadalupe at this link: https://bible.usccb.org/bible/readings/121220.cfm
If you prefer to use your own Bible, the readings are:
First Reading: Zechariah 2:14-17 or Revelation 11:19a, 12:1-6a, 10ab
Responsorial: Judith 13:18-19
Gospel: Luke 1:26-38
Our reflection on the readings for the Feast of Our Lady of Guadalupe:
Who is Mary? What role if any does she play in my salvation? Why do I need to pray to her?
When I was younger, I used to question my own Catholic faith by asking myself these questions. I asked myself, isn’t Christ your savior? Why, then, do you need Mary? Years later I realized that this notion toward Our Lady was a negative reflection of my childhood interaction with the faith and Mary.
I was born in a small town in Guerrero, Mexico and my parents weren’t necessarily devout Catholics. We were “special occasion” Catholics. We only went to church if someone close to us was getting married, or for baptisms, or confirmations. Yet we never missed the celebration of Our Lady of Guadalupe. For this, we would get so festive. We would put on our best clothes and my parents spent the little savings they had to make the 12th of December a true celebration.
It was not just my family; it was the whole town. The whole town turned festive for days with music, food, traditional dances, and church activities, so much so that even people from nearby towns would come to be part of the “Fiestas Guadalupanas/Guadalupana Festivities.” That was our true, and sometimes only, relationship to the faith. This type of celebrations magnified Our Lady of Guadalupe to an extent that Christ seemed pushed aside and sometimes forgotten. It was perhaps this that led me to ask myself the aforementioned questions regarding my faith.
Mary herself, in a sense, responds to my questions in today’s gospel. Our Blessed Mother answers, “Behold, I am the handmaid of the Lord. May it be done to me according to your word.” With these words she reminds us of her true relationship with her Son, Our Lord Jesus Christ. She also reveals herself as the most authentic model for all Christians.
Mary, freely submits herself to the will and salvific plan of God. Isn’t this what I am called to do? What we all are called to do: to submit in all humility to God’s design for our lives? This is precisely Mary’s relationship to our Savior; one of cooperation. By her example Mary, teaches me to be humble and to cooperate with the will of God for my life.
Today, I celebrate once more Our Lady of Guadalupe but this time with a more informed faith. I smile and can truly say to her, “You were never trying to detract from your Son but were rather trying to lead us to Him.” After all, this is why she appeared as Our Lady of Guadalupe: to bring the people of Mexico to her Son. Long live Our Lady of Guadalupe!
Jose C. Neri
Seminarian for the Archdiocese of Indianapolis
Home parish, St. Monica
Le animamos a reflexionar sobre las lecturas de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en este enlace: https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/121220.cfm
¿Quién es María? ¿Qué papel juega, si es que alguno, en mi salvación? ¿Porque tengo que rezarle? Recuerdo que cuando era más joven cuestionaba mi propia fe católica al hacerme estas preguntas. Me preguntaba, ¿al caso no es Cristo tu salvador? ¿Entonces, porque necesitas a María? Después, mientras reflexionaba sobre esto me di cuenta de que esta noción sobre Nuestra Señora era un reflejo negativo originado en mi interacción de niño con la fe y María.
Nací en un pequeño pueblo del estado de Guerreo en México y mis padres no eran realmente católicos devotos. Éramos, por alguna manera decirlo, católicos de “ocasión especial.” Solo nos parábamos en la iglesia si alguien cercano a nosotros se iba a casar, o para algún bautizo, o alguna confirmación, etc. Pero alguna de las cosas a la cual nunca faltábamos era a la celebración de Nuestra Señora de Guadalupe. Para eso sí que nos poníamos festivos. Nos vestíamos con nuestras mejores ropas y mis padres hasta se alistaban para gastar lo poco ahorrado que tenían para hacer el 12 de diciembre una verdadera celebración.
Pero no era solo mi familia; era todo el pueblo. El pueblo entero se enfiestaba por días con música, comida, bailes tradicionales, y actividades en la iglesia, tanto que hasta gente de pueblos cercanos venían a ser parte de las “Fiestas Guadalupanas.” Esa era nuestra verdadera, y a veces única, relación con la fe. Este tipo de celebraciones engrandecían a Nuestra Señora de Guadalupe tanto que Cristo a veces parecía estar a la orilla o a veces olvidado. Quizás fue esto lo que me llevo a enfrentarme con las preguntas que mencionaba antes acerca de mi fe.
María misma, de cierta manera, responde a mis preguntas en el evangelio de hoy. Nuestra Santa Madre responde, “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mi lo que me has dicho.” Con estas palabras, ella nos recuerda de su verdadera relación con su hijo, Nuestro Señor Jesucristo. También, se presenta a sí misma como el modelo más auténtico para todos los cristianos. María, en toda su humildad se somete libremente a la voluntad y al plan salvífico de Dios. ¿No es esto a lo que he sido llamado? A lo que todos hemos sido llamados; ¿a someternos con toda humildad al designio de Dios para nuestras vidas?
Esta es precisamente la relación que tiene María con nuestro Salvador; una relación basada en la cooperación. María a través de su ejemplo me enseñó a ser humilde y cooperar con la voluntad de Dios para mi vida. Hoy, mientras celebro una vez más a Nuestra Señora de Guadalupe, pero esta vez con una fe más formada, sonrió, y puedo verdaderamente decirle, “nunca siquiera intestaste de quitar atención a tu Hijo, al contrario, intentabas dirigirnos hacia Él.” Después de todo, es por esto que se apareció como Nuestra Señora de Guadalupe; para traer a los nativos de México hacia su Hijo. ¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe!
José C. Neri
Seminarian para la Arquidiócesis de Indianápolis
Parróchia natal, Sta. Mónica